Qué hijos de puta, pensó.
Que adorables hijos de puta.
No me hagáis feliz. Por favor, no me engañéis y me dejéis creer que algo bueno puede salir de todo esto. ¿No veis los moratones? ¿No veis esta raspadura? ¿No veis la herida que tengo dentro? ¿No veis como se extiende y me corroe ante vuestros ojos? No quiero volver a tener esperanzas. No quiero pensar que Max esté vivo y a salvo. O Alex.
Por que el mundo no se lo merece.
Arrancó una página del libro y la partió en dos.
Luego un capítulo.
Pronto no quedaron más que trocitos de palabras esparcidos entre sus piernas a su alrededor. Las palabras. ¿Por qué tenían que existir? Sin ellas nada hubiera pasado. Sin palabras, el Führer no era nada. No habría prisioneros renqueantes, ni nadie necesitaría consuelo o trucos palabreros para hacernos sentir mejor.
¿Qué tenían de bueno las palabras?
Esta vez lo dijo en alto a la luz anaranjada que inundaba la habitación.
-¡¿Qué tienen de bueno las palabras?!
Markus Zusak. 'La ladrona de libros'
1 comentario:
;)
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