jueves, 9 de abril de 2009

Como los erizos...



Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.


¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.

Las sigueintes páginas son el recuerdo de un olvido.


                               XI
No quiero recordar un instante feliz entre tormentos;
goce o pena, es igual,
todo es triste al volver.
(..)
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.


Los fantasmas del deseo.
(...)
Tú sóla quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni                             siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas.
(..)
Una forma perdida


Luis Cernuda. Donde habite el olvido.

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