lunes, 25 de mayo de 2009

Blablabla II

Nunca digas nunca. Y versionado se le añade nunca digas siempre. Tal vez fue una de las cosas que me faltó decir en la última actualización. 

¿Por qué prometemos cosas que no deberíamos? Ese 'nunca' no podemos asegurarlo. Ese 'siempre' ¡joder! se acaba. Me dan miedo las palabras siempre y nunca. En realidad me dan miedo varias palabras.¡Me dan miedo las palabras! Las palabras a las que nos agarramos cuando estamos cojeando y nos falta apoyo, o las palabras en las que creemos ciegamente, las palabras que tomamos como dogma irrefutable, las palabras que tragamos sin pensar, de las que nos valemos para conservar el aliento cuando estamos renqueantes..¡Qué bien las agarramos! Da igual que estén pegadas a un clavo ardiendo y que sepamos que nos vamos a quemar, incluso aunque la gente nos grite:¡Cuidado, a ver que vas a hacer! Porque si hace falta las arrancaremos con los dientes, así nos cueste sangre, sudor y lágrimas, porque luego las guardamos en las profundidades de nuestro ser y de ahí no salen. No, claro que no. Por eso mismo cuesta tanto hacernos a la idea de algunas cosas. Por eso nos duelen. Porque te atraviesan el pecho si es preciso y te las quitan de cuajo. Te arrebatan a las palabras. Ahí es cuando dices oficialmente que has muero. 

¡Qué pedazos de gilipoyas somos! ¿No son sólo palabras? No. Son muchísimo más que eso. El valor que un par de frases tienen, aunque suenen mal y estén mas formadas, es infinito. No alcanzamos a ver más allá que la punta del iceberg. Quizás lo importante, como ayer con las personas, no son ellas en sí, sino su huella, es decir, el valor tan inmenso que le damos nosotros en este caso a las palabras. ¿Qué seríamos sin ellas? Nada. Las necesitamos, las ansiamos, las deseamos. Palabras dulces, de afecto, de apoyo. 

Hay palabras muy bonitas, y hay palabras feas, que deseariamos que no existieran casi, que la DRAE no la reconociera, que se quedaran enterradas en el olvido, pero ahí están. Las palabras son peligrosas. Hay que utilizarlas con cuidado y con precaución, y no porque sean inflamables o sean toxicas como los botes de laca, los ambientadores para los coches o el detergente de los platos-bueno, algunas si lo son, vale...- si no porque con ellas podemos lograr todo. He dicho todo. Todo. Una combinación exacta y precisa de palabras puede lograr mucho más de lo que nos imaginamos. Podemos hacer a una persona la más dichosa sobre la faz de la tierra, la más desgraciada. Podemos joderle la vida a alguien. Podemos ilusionarla hasta que ya no quepa en sí de gozo y con un par de palabras la pinches y se desplome cayendo al vacío.Palabras, palabras, palabras...Son armas poderosísimas. No sería nada sin palabras. Escritas, habladas o como sean. Son todo. ¡Qué poder tiene las joias!

Voy a hacerme un cuenco de fresas con leche y azucar y a ver Aquellos maravillosos 70.

2 comentarios:

Sostiene Grueso dijo...

Muy buena serie la de Aquellos maravillosos 70.

Recuerdos olvidados dijo...

La palabra es el mejor de los amigos y el peor de los enemigos.
un beso